MAYORES,CRISIS Y POSTCRISIS COVID-19


El covid-19 ha puesto en jaque a toda una sociedad en  la cumbre del desarrollo tecnológico y científico. Seguramente hace unos pocos meses no hubiéramos creído que nuestra vida iba a cambiar radicalmente a causa del ataque indiscriminado de un virus.

Si algo ha conseguido esta tremenda situación es igualarnos a todos, nos hemos dado cuenta de nuestra fragilidad. Antes hablábamos de las personas vulnerables refiriéndonos a los mayores o a los que sufren una discapacidad, ahora la agresión del coronavirus resulta igual de dañina para unos y para otros. Si bien la tasa de mortandad entre los mayores es alta, en otras franjas de población de menor edad no se puede considerar propiamente como baja, sin contar con las posibles secuelas que afectarán a los supervivientes en este momento no apreciables pero que, en un futuro próximo serán una realidad más con consecuencias directas en los ámbitos laboral, profesional,  la discapacidad y  la dependencia.
El confinamiento nos ha hecho sentir la soledad que, con la incertidumbre respecto al futuro, el temor a la enfermedad y la pérdida de un ser querido, nos ha angustiado,  a la vez que. nos ha hecho reflexionar y acercarnos a los demás.
Estos sentimientos los hemos experimentado todos en la intensidad que nuestra personalidad ha soportado, y seguramente  los mayores son los más fuertes ante la adversidad que nos toca vivir.
De todo se sale y saldremos de esta, lo primero es tener en cuenta que por encima de todo, está la persona condición inherente al ser humano, y en lo que directamente me corresponde como jurista, razón de ser del Derecho.
Lo que el profesor De Castro definió como “el deber general de respeto a la persona”, significado institucional derivado de la Dignidad y fundamento de todos los actos.
Según el artículo 10/1 de la Constitución de 1978, la Dignidad de la persona es el valor supremo del ordenamiento jurídico, el principio de principios al que están sometidos los poderes públicos y la sociedad.
El respeto a uno mismo y a los demás, que se corresponde con la naturaleza racional que, implica inteligencia, voluntad y responsabilidad en los actos, acompañados de la facultad de decisión y elección libre, que junto a la Justicia y la igualdad son los valores superiores del ordenamiento jurídico español, como reza el artículo 1 de la Constitución.

Igualdad y no discriminación fundamentan la protección de la familia en el artículo 39, de las personas con discapacidad en el 49 y de los mayores en el 50 todos ellos de la Constitución, base de nuestro estado del bienestar.
La opinión de los mayores es imprescindible en la valoración y resolución de los problemas, su experiencia es el complemento natural al potencial que representan los jóvenes.
En los mayores encontramos nuestras raíces los principios que nos explican nuestro origen, mostrándonos las fuentes de las que debemos beber para replantearnos de nuevo la vida.
En ninguna etapa de la historia la esperanza de vida ha sido tan alta y con una calidad tan optima como la que disfrutamos hoy, a pesar de zarpazo del covid-19 que superaremos pronto. Ese éxito de la humanidad se debe a los mayores que con su sacrificio construyeron las condiciones que han hecho posible la realidad del bienestar actual.
 Los  mayores toman la palabra para resolver el presente y construir el futuro, los nuevos modelos de atención postcrisis tienen que ser diseñados a la medida de sus preferencias, para lo cual es necesario conocerlas con exactitud, en ello estamos.

Mª del Carmen Melendez Arias
Doctora en Derecho, Abogada

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